sábado, 7 de mayo de 2011

Capitulo III “comienzan las clases”


La noche anterior Kamy se había quedado despierto hasta las cinco de la mañana, la jornada en el bar, que luego supo se llamaba “cuervo” había sido intensa. Los miembros del consejo superior eran muy buenos bebedores y, a excepción de él y Bardiel, terminaron todos ebrios entonando las canciones de rock; hablando de política; religión; antiguas batallas y del sujeto que estaba ausente.
Salió de la cama como pudo y se dirigió al baño. Llegó  a ellos y se topó con una larga fila, así que no habiendo más remedio se puso a esperar toalla en mano. Tras él llegó otro muchacho.
Buenas-le dijo- ¿eres nuevo?
Así es-respondió somnoliento- soy Kamy de avelard, mucho gusto.
Vaya,-siguió el otro- yo soy Chicho, Chicho de hurtas. Y le estrechó la mano.
Estuvieron conversando y se llevaron bien de inmediato. Pudieron entrar al baño y, luego de vestirse, se fueron a la zona de entrenamiento para la clase de, valga la redundancia, entrenamiento físico.
Sergio estaba esperando al grupo para dar la charla respectiva y empezar su clase. Vio a Kamy y lo saludó: “Qué pasa perrito”, ¿tamos listos para la acción?
Más que listo viejo- le respondió Kamy, dejando al resto del grupo atónito- tú mandas.
Jajajajaja- rió el otro- así se habla, pero tranquilo, primero déjame decirles algunas cosillas. Cabros, aquí empiezan las clases de entrenamiento físico. Aunque obviamente mencionarlo es algo tonto, dado que si no lo supieran no estarían acá. En fin, sepan que les sacaré todo el jugo y si al principio no son capaces de seguir el ritmo no se asusten, es solo su primer año y estamos e-n-t-r-e-n-a-n-d-o. Bueno, vamos a lo que venimos.
Chicho, que ahora no se separaba de Kamy le preguntó: ¿conoces al profe?
Sí- le respondió- anoche él y otros más del consejo superior estuvimos en el bar cuervo conversando, escuchando música y tomándonos unas copas.
Cielos,-dijo Chicho- debes ser un sujeto muy importante.
Nah-prosiguió Kamy- ellos son muy simpáticos, Sergio me invito sólo por que sí.
No pudieron seguir hablando por que Sergio elevó su voz por sobre la del resto.
Hey chicos, ¿saben qué es esto que tengo en mis manos?
Todo el grupo se concentró en mirar el objeto que sostenía el profesor de entrenamiento físico.
Una mochila-señaló un tipo con una guitarra en su espalda- una mochila como cualquier otra.
Los muchachos se encontraban confundidos… ¿qué tenía que ver una mochila con el entrenamiento físico?
¡Correcto!-dijo Sergio- pero más importante que la mochila, es lo que hay dentro de ella… prepárense paraaaaa moriiiiiiiiir.
Abrió la mochila y extrajo una gran cantidad de piedrecillas.
He aquí nuestro primer método de entrenamiento físico; hoy en día los gimnasios suelen entrenar el cuerpo por partes, en cambio yo abogo por hacerlo todo de una vez. Cada uno tomará dos piedras y, durante todas mis clases, las llevará dentro de los bolsillos.
Profe- preguntó el tipo de la guitarra- ¿cómo se supone que vamos a entrenarnos así físicamente extremo y wea, con piedrecitas?
Súper fácil poh cabro, pero primero, ¿Cuál es tu nombre?
Pipíno-respondió- Pipíno de Karlack…
Pipíno entonces-prosiguió el de Stiffler- ahora te muestro como estas inofensivas piedras les harán cagar sangre el resto del semestre. ¡Atrápala!- gritó y le lanzó una.
El joven con la guitarra en su espalda saltó hacia delante y cogió la piedra en el aire con una mano, acto seguido el peso de esta lo llevó de inmediato al suelo, cayendo con su mano completamente dañada.
¡Que mierda!-corearon los estudiantes- ¡este mariconazo embrujó las piedras!
Un brillo asesino recorrió los ojos del profesor… ¿quién es el mariconazo?- inquirió.
Todos callaron muertos de miedo, ya habían visto como Sergio se había cargado  a un estudiante; no vaciló ni un segundo en golpearlo y no creyeron que vacilase también en esa ocasión.
Gracias por ayudarme con el ejemplo, guitarrista de Karlack- exclamó- por ahora ve a la enfermería a que te curen el agujero que quedó en tu mano.
Nah-respondió pálido Pipíno- solo necesito una venda, con eso será más que suficiente. No pretendo escaparme del entrenamiento por algo tan simple como una mano atravesada.
Tienes agallas pequeñín, me gusta tu estilo… aquí tienes.
Sergio metió una mano a la mochila y de ella sacó una venda color verde, se acercó a Pipinó y le amarró la ensangrentada mano.
Muy bien-prosiguió- ahora que está todo listo, continuaremos con el mambo.
Mis queridos estudiantes, he aquí sus nuevas pesas ultra corporales. ¡Pónganse en fila!
Los muchachos se alinearon uno al lado de otro, Kamy y Chicho permanecieron juntos al final de la cola, segundos después llegó Pipíno.
Hola Chicho-dijo- ¿cómo has estado?
Excelente-respondió Chicho- mira, este es mi nuevo amigo Kamy.
Wena loco-saludó Pipíno- ¿como va la cosa?
De lujo-señaló Kamy- aunque me asusta un poco eso de las piedras pesadas.
Y que lo digas- añadió Pipíno mostrando la mano vendada- hace un segundo podía ver a través de esto, jajaja.
Los tres muchachos rieron para que luego Kamy preguntase: ¿ustedes ya se conocían? Imagino que fue en la iniciación.
No es así, Pipíno y yo fuimos a la misma escuela de economía antes de decidir convertirnos en caballeros, prácticamente nos conocemos de toda la vida-aclaró Chicho.
Magnífico-sentenció- a mi me hubiera encantado tener un conocido de mucho dentro de este lugar.
En ese caso-intervino Pipíno- deberías tener claro que somos todos compañeros acá, si bien no todos nos conocemos desde fuera. Aquí y ahora te ofrezco mi amistad.
Kamy lo miró por un segundo, Lugo a Chicho… ambos sonreían esperando su reacción.
Lo mismo digo, seremos compañeros de hoy en adelante, por tanto, seamos también amigos.
Mientras la escena de camaradería tomaba lugar, un fuerte sonido de caída se hizo sentir: ¡paff!. Kamy, Chicho y Pipíno dirigieron rápidamente la vista hacia el  lugar de donde había provenido el ruido. Un joven se encontraba de bruces en el suelo, trataba de levantarse, mas algo le impedía lograrlo.
Puta la wea, así no funciona la cosa-gritó Sergio- arriba no más huevón. Mira que caerte al tiro solo por dos piedrecitas.
Cuando los muchachos se dieron cuenta de lo que pasaba, ya era demasiado tarde. El profesor había realizado un rápido movimiento y todos tenían una piedra en cada bolsillo del pantalón; no pasó ni un segundo cuando Kamy sintió como era arrastrado hacia el suelo.
A la mierda-pensó cayendo de rodillas- ¿cómo se supone que corra o me  mueva con estas cosas?
El espectáculo era deplorable, ni un solo novato en pie. Unos lloraban por los tirones que producían las pesas. Otros se preguntaban el por qué esas piedras, capaces de romper la mano de Pipíno, no traspasaban la tela de sus pantalones. En fin, el punto es que luego de varios minutos y dos cigarros, Sergio, habiendo encendido un tercero, dijo: he aquí el objetivo del día de hoy; permítanme aclarar, antes, que no deben desesperarse, ya que en la gradualidad del proceso radica la gracia. Por tanto, lo que deberán hacer por ahora es lograr moverse hasta acá. Acto seguido, el galanazo  germano-araucano*  caminó unos dos metros más allá de la agonizante fila novata y trazó una línea.
Hoy-prosiguió- deberán intentar acercarse lo más que puedan a esta línea, tienen hasta el almuerzo… MIERDA, SHINNE, MURIEEERROOOON!
El resto de la mañana transcurrió muy lento y sufriente. Sin embargo, a eso de las doce, los tres jóvenes aspirantes a caballero lograron llegar a la meta. Primero lo hizo Chicho, luego Kamy y, por ultimo, el pobre y herido Pipíno; el cual, en desventaja producto de su mano atravesada, terminó siendo arrastrado por sus compañeros de armas (en este caso, compañeros de suplicio y piedras). ¿Cómo lo lograron? Todo pasó muy rápido (en sentido figurado, ya que en verdad pasó mucho tiempo). Sintiéndose desfallecer por la imposibilidad de mover sus miembros con libertad y estancados dada la misma razón, Chicho tuvo tiempo de usar las habilidades matemáticas que había adquirido en la escuela de economía. Pensó en algo de física y se percató de que, en vez  de mover solo las piernas o tratar de arrastrase con los brazos, existía la posibilidad de sacarse los pantalones y arrastrarlos para así concentrar el peso en un solo punto, permitiendo aplicar fuerza concentrada al mismo, en vez de aplicarla de forma dispersa, tal cual un alfiler atraviesa una tela de araña, mientras que una moneda no. Comunicó la idea a sus amigos, quienes dudaron de la sexualidad de Chicho, dado que pretendía quedar en calzoncillos junto a ellos, sudados, a pleno sol y arrastrándose por la tierra; luego Pipíno le dijo “Puta que complicado el calculo físico”, a lo que su compañero le respondió: entonces quédate tirado en el suelo poh culiao, quédate ahí hasta que se te sequen los cocos. Kamy, mientras tanto, se sorprendió del rápido cambio seudo bipolar de su, anteriormente, calmado nuevo compadre. Pasado el estupor, se resignó a quitarse los pantalones y miró a Chicho esperando instrucciones.
Ok, esto es lo que haremos-dijo- tomen ambas piernas del pantalón, háganles un nudo a la altura de la rodilla… y a tirar, cabros, a tirar.


____________________________________________________________________________________
·          La apariencia de Sergio (Persona real, base física y sicológica del personaje homónimo de la obra), llama mucho la atención dada la mezcla de rasgos característicos de algunas razas que habitan el orbe; por una parte la tez y bravura de los guerreros Araucanos de las Americas, por la otra el verde de los ojos de los habitantes de las tierras Nórdicas o Escandinavas. De ahí que le haya llamado “germano-araucano”.
El resto de la clase los miraba con temor y, dada la particular condición de noble hijo de papi de algunos novatos, se negaban a imitar tal ejemplo.
Así pasó toda la mañana hasta que pudieron, Kamy y Chicho, alcanzar la meta, inmediatamente volvieron a socorrer al guitarrista que estaba tirado con la mano chorreando eritrocitos de forma escandalosa. Entre los tres ya se hizo más fácil y consiguieron llegar al mediodía.
Sergio, que había mirado toda la escena con una sonrisa de oreja a oreja, se acercó a nuestros héroes y  les preguntó: ¿quien conchetumadre les dijo que podían sacarse la ropa y hacer esas weas gay?
Aquí cagamos- dijeron los muchachos en ropa interior- profe, lo que pasa es que….
¡Los felicito!-interrumpió rompiendo a carcajadas- un guerrero necesita pensar en soluciones aplicables a la situación. No pueden solucionar sus problemas con fuerza bruta y… bip bip.
Los amigos se miraron desconcertados mientras su profesor levantaba el dedo índice y decía: un segundito. ¿Aló?- dijo llevando su teléfono celular al oído- hola poh, ¿cómo esta mi niña preciosa?... ¿qué? Es que sabe que no puedo, pucha si ya lo hablamos. Tu sabías que esto era “por free”*, no puedo salir hoy, tengo muchas cosas que hacer, tengo todo el papeleo de la semana, más encima empezaron las clases. Ya lo habíamos hablado, no es mi culpa ser tan sexy, fuiste tú quien dijo que esto era sin compromiso alguno, no me vengas con voladas de amor a última hora. Los chicos estaban desconcertados, era raro ver a Sergio pelear por teléfono con una mujer (eso esperaban que fuese) mientras los dejaba esperando el fin de sus palabras. No teniendo otra salida, se dedicaron a seguir escuchando.
Por favor, debes entender que no quiero compromisos. Es más, estoy muy bien así ahora; no necesito que me estén paqueando ni obligando a hacer cosas… ¡o por Dios! –Gritó- no llores, voy de inmediato para allá, tranquilízate. Mientras decía esto, hizo señas a los que habían llegado a la meta, que ya eran más puesto que habían decidido, producto de los resultados, imitar a sus compañeros victoriosos,  para que se sentaran mientras el terminaba.
Por favor no hagas una locura, te he dicho mil veces que dejes esas malditas pastillas… me pregunto ¿quien mierda inventó el demerol? Cálmate, respira… no, no , Ma…!!


*Gratis, al peo, por el rato. En pocas palabras, algo piola, sin compromisos.
Así esta mejor, María, voy en camino, no se preocupe mi niña. Te amo. Dicho esto, el casanova del sur* cortó el teléfono, sacó  un cigarro y lo prendió.
Mujeres, te dicen una cosa y salen con otra. Muy bien, ¿donde quedamos?
Los novatos apenas respiraban, excepto los amigos que habían llegado primero, aunque Pipíno seguía sangrando.
Sergio se dio cuenta y dijo: debemos llevarte donde Matheo, pero mientras tanto déjenme felicitarlos nuevamente por llegar a la meta… y Kamy, tú y tus dos amigos deben pasar al cuervo esta noche. Las chelas corren por cuenta mía, es el premio que les doy por su esfuerzo e inteligencia. 
Chicho y Pipíno se miraron con alegría, iban a tomar cerveza junto a alguien del consejo superior, no lo podían creer. Esta recompensa les hizo olvidar lo gay que se habían sentido hace un rato.
Les dije que eran buena onda- Sentenció Kamy- así que, a la carga esta noche, jajaja.
Ok, ahora vayan a comer algo- añadió Sergio- mientras tanto yo me llevo a este otro a la enfermería.
Inmediatamente de pronunciadas estas palabras, mandó a Pipíno a ponerse los pantalones, luego lo levantó y lo subió a un hombro. Para sorpresa de todos los presentes, en cuanto el cuerpo del muchacho herido tocó el hombro de su maestro, inmediatamente este desapareció. Solo se escucho un lejano: Mierda, shinne, moriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
Chicho y Kamy se miraron desconcertados por unos segundos y se dirigieron a comer, sólo para llegar a hacer fila  y darse cuenta de que habían dejado los pantalones en el campo de entrenamiento. Rojos de vergüenza, los dos amigos trataron de pasar desapercibidos (cosa inútil, puesto que habían permanecido un buen rato conversando en la larga fila de la cocina) mientras se escabullían fuera del gran casino. De vuelta otra vez y con sus pantalones donde corresponde, se fueron a sentar en una pequeña mesa de piedra bajo un pequeño árbol, al poco tiempo llegó Pipíno con su mano completamente sana.
Hola, hueón-exclamaron al unísono- ¿qué chucha paso hace un rato?
Fue genial, simplemente genial- respondió el guitarrista rehabilitado y se dispuso a contar  su historia.
En realidad no desaparecimos, Sergio dio un salto y comenzó a correr hacia la enfermería.
No te llevaré a la enfermería corriente. Matheo sabrá que hacer con esa herida… es más, él será capaz de reconstruirte la mano.
Mientras le hablaban, Pipíno sentía el viento golpearle la cara. No podía distinguir nada del paisaje, solo veía borrones de verde que se sucedían intermitentemente interrumpidos por borrones grises de lo que, supuso, eran las estructuras de piedra.
Así, viajando a la velocidad de un Sergio corredor, llegaron a un edificio blanco. No hicieron uso de la puerta, el rápido medio de transporte improvisado dio un salto y quedó parado en el marco de la ventana del último piso.
Hola, Miguél-dijo- te traje una peguita, viejo.
¿Ah?- preguntó distraído- aaa ya veo, dale hagámosla corta.
Sentaron al herido en una camilla y, desde ahí, tuvo una clara perspectiva de la persona que llamaban Miguél y Matheo al mismo tiempo.
Su figura era baja, tenía el pelo semi largo acompañado de una barba en forma de candado; su mirada era placida y alegre además de ser algo rechonchito.
Hola-dijo examinando la mano de Pipíno- ¿Cómo te hiciste esa herida tan fea?
Eso no importa-interrumpió Sergio- lo importante es que lo cures luego para poder irme a ver a Ma-… María.
Ay que pesado-dijo en un tono “sutil” el médico-solo dame un rato.
Puso su mano sobre la herida y comenzó a pronunciar palabras en una lengua quizá ya olvidada.
Magus, Maddona, Amicus-decía- Exodia, ¡Pedro!
Luego de quince minutos de palabras desconocidas, la herida del joven Pipíno cerró inmediatamente.
Matheo examinó su trabajo… un maravilla-dijo- no puedo creer que sea tan bueno.
Sergio y el chico se despidieron del mago doctor y, mientras caminaban, el primero le dijo: ahora yo me voy, por tu parte mejor anda a comer algo. La que sigue es la clase de subterfugio con Saito. Es mejor que tengas energía para soportar cualquier cosa que se le haya ocurrido.

Y así es como volví-exclamó terminando su historia- ¿qué hay de ustedes?
Eeeehhh…- los muchachos dudaron un poco para terminar diciendo- vinimos acá apenas te llevaron a curarte la herida. La fila era muy larga así que nos tomó algo de tiempo el conseguir unos platos.
Bueno, vamos a comer.
En eso estaban cuando, sin previo aviso, dos figuras femeninas aparecieron junto a la mesita del árbol.
Wena Kamy-dijo una- ¿así que tú y unos amigos pasaron la prueba de “Sergay”? me alegro mucho, a la noche nos tomamos unas chelocas.
Hola Kanna-respondió- así es, ellos son mis amigos Pipíno y Chicho.
Que hay cabros,  buena volá eso de avisparse.
Los dos muchachos aludidos se pusieron rojos y trataron de alejar sus pantalones de la vista de la mujer, mientras se tapaban la entrepierna.
Gra…gracias-terminaron por decir avergonzados.
Por su parte, la otra muchacha se hizo presente y dijo: de verdad se pasaron con eso de sacarse los pantalones, a mí me dio risa cuando supe, jeje.
Las hermosas facciones de Shinku de Galielle se contrajeron en una dulce y celestial sonrisa que dejó a los tres chicos aturdidos.
Ahora-continuó Kanna- ¡¿por qué están almorzando en mi mesa?!
Las palabras de la maestra sacaron al trío de su serena actitud contemplativa, sus rostros se llenaron de temor.
No… no lo sabíamos-dijo Chicho- sólo la vimos aquí, en este lugar tan tranquilo.
Claro que es tranquilo-aclaró Kanna- por eso me gusta comer en ella.
¿Qué más da?- añadió Shinku- almorcemos con ellos.
No habiendo de otra-terminó la artista marcial- háganse un poco más al rincón, chicos, dejen que la Shinku se siente. Yo, por mi parte, comeré en el suelo.
La dama de Galielle quedó junto a Pipino, el cual parecía hipnotizado, llegando incluso al punto de derramar algo de baba sobre su plato. Por su parte, Kanna se puso de espaldas contra el árbol quedando, en cierta forma, en la cabecera de la mesa.
Di…disculpe señorita- preguntó un tímido Chicho dirigiéndose a la sensual profesora.
¿Dime?-espetó la otra- pero antes de que sigas, por favor llámame Kanna.
Kanna-prosiguió nervioso- no es que quiera ser entrometido ni nada, pero…
Ve al grano-lo apresuró la chica, mientras una divertida Shinku y los extrañados novatos miraban a su amigo- la hora del almuerzo tiene un límite, ¿sabías?
¿Por qué no comen todos los profesores juntos?- terminó de decir el muchacho, pareciendo haberse sacado un gran peso de dentro.
Nunca hay tiempo-fue la respuesta- todos hacen cosas diferentes a esta hora, por eso nos juntamos en las noches allá en el bar. La verdad es que nos gustaría poder compartir las comidas del día siempre, sin embargo, apenas podemos lo hacemos.
¡Ay!, Kanna, casi se me olvida- interrumpió Shinku- ¡ya  tengo las fotos!
Los muchachos miraron desconcertados a las mujeres que reían entre dientes y, emocionadas, procedían a examinar un paquete que la de dorada cabellera había sacado de un bolsito. Lo abrieron y dejaron caer en la mesa un montón de fotos, las juntaron y se pusieron una al lado de otra para verlas.
El trío de novatos no podía aguantar la curiosidad e inclinaban sus cabezas tratando de descubrir que divertía tanto a las profesoras, las cuales exhalaban suspiros o reían muy fuertemente.
Si quieren mirar- los interrogaron ambas- nada más acérquense y háganlo.
Movidos por esa velocidad que entregan las ansias de conocer el secreto ajeno, Kamy, Chicho y Pipíno se agruparon tras Shinku y la  Infamm.
¿Te acuerdas de esta?-decía Kanna- aquí es donde los chicos hicieron la fogata.
En la foto salía un amplio campo quemado, un Saito notablemente frustrado (de pelo corto, peinado y mucho más limpio), Walter lucía ropas muy diferentes a las que llevaba en la presentación, más bien parecían los ropajes de quien va a la discotheque. Además también estaban el profesor Raul Gray (sí, los chicos recordaban todos los nombres luego de haberlos  escuchado solo una vez durante la presentación), Jesús du Angellic, Sergio y otro tipo que no conocían.
Las chicas cambiaron la foto y en esta salían ellas junto a varios de los profesores de la foto anterior mirando a una gran masa de escolares que avanzaban por las calles de una ciudad. Frente a los estudiantes iba el tipo desconocido.
Kanna rió, ese culiao-dijo- nuca estuvo quieto. Recuerdo que ese día Saito me lo presentó.
Ajá-acotó Shinku-espero que se le haya quitado el gusto por estas cosas.
Ambas se miraron y volvieron a reír.
El desfile de fotos deslumbró a los chicos, vieron muchas cosas que ahora les parecían raras. Varios profesores ofrecían looks muy diferentes, había unos que estaban más delgados, otros más gordos, los colores de pelo habían cambiado y cosas de ese tipo.
Bueno-dijo Kanna mientras su amiga guardaba la ultima foto-, el break se ha acabado. Ahora es tiempo de ir a clases.
Los muchachos se despidieron de las profesoras y partieron hacia el patio de entrenamiento “B”, ubicado al otro extremo del castillo.
Cuando llegaron los otros novatos ya estaban allí por lo que pensaron que eran los últimos, sin embargo,  tras ellos venía otro tipo cargando una guitarra en su espalda tal cual Pipíno. Se acerco a ellos y los saludó.
Hola-dijo- ¿esta es la clase de subterfugio?
Así es-respondió receloso Pipíno- ¿por qué no te vimos en clase de entrenamiento físico?
Es que acabo de llegar-señaló- vengo de un lugar muy lejano y no alcancé a estar aquí ni siquiera para la iniciación.
En eso el nuevo muchacho reparó en la guitarra de la persona con quien conversaba y dijo: veo que hay otro guitarrista, eso me emociona mucho. ¿les importaría si me quedo con ustedes?
Kamy, Chicho y el de Karlack se miraron por un instante y luego respondieron: dale, no hay drama…¿Cuál es tu nombre?
Mi nombre es “D”, D-gray-respondió- no es una abreviatura ni nada, es mi nombre completo.
Vaya-dijo Chicho- supongo que debes ser cercano a las prefecturas africanas.
Exacto-señaló emocionado- vengo de allá y por eso me ha tomado tanto. El ambiente por esos lados está bastante complicado y hueá.
Podrían haber seguido conversando, pero la cara de Kamy se puso pálida , aunque no se notó dado el maquillaje que la cubría (Sí, aún no me he dado el tiempo, pero Kamy lleva la cara pintada de blanco a la usanza del país de Avelard; además de los ojos pintados de negro).*
¡Chicho!-gritó- hay una gran mancha de sangre en tu espalda.
¿¡Qué mierda!?-se asustó el otro- ¿de donde? ¿Cómo?
Pipíno miró a Kamy y le dijo: ¡tú también, weón!
Pocos segundos después todo el grupo de novatos estaba vuelo loco viendo manchas de sangre en las espaldas de otros…todo hasta que Chicho reparó en un detalle.
Cabros-gritó haciendo dotes de sus habilidades como dirigente- cállense y dejen de chillar como perras… esto no es sangre, es pintura.
What the fuck?-pensaron todos.
Ahora más calmados, los jóvenes comenzaron a analizar las marcas de pintura en sus espaldas…
______________________________________________________________________
*Para un mejor detalle, véanse las ilustraciones de la “artista” Fernanda Gonzáles.
Si eso hubiera sido sangre-dijo una perezosa voz al fondo-significa que estarían todos muertos.
La clase dirigió su atención hacia el lugar de donde provenía dicho sonido y se toparon con el mismo sujeto desaliñado que había estado durmiendo durante el discurso de Walter.
Bueenaasss-dijo sosteniendo un tarro de pintura y una brocha- esto que acabo de hacer es el mejor ejemplo de lo que significa subterfugio. Nadie me vio, olfateó ni oyó; rápido como un peo me dirigí en su volá ninja hacia ustedes… esta cosa es la que deben aprender. Aún así tengo paja, por lo que deberán pensar en cómo chucha logré mancharlos y escribirme un informe para el miércoles… eeeh… eso no más…chao.
Dicho esto, el calmado Saito L. Gabianni bajó del estrado, botó el tarro y se alejo mientras gritó: Kamy, nos vemos en el cuervo con tus amigos para festejar algo que hiciste (no recuerdo bien por que taba durmiendo-susurró.)
Eso si que fue un “shock” para la clase, no podían dar crédito a lo que había pasado. Por una parte, sin ninguna capacidad para detectar al profesor, este había manchado sus espaldas con tinta, para luego darles tarea e irse como si nada….  probablemente escapando a sus obligaciones.
Todos pensaban descansar durante ese rato cuando, sin previo aviso, una lluvia de flechas se dejó caer donde estaban. Cada uno de los estudiantes se vio cercado por un círculo de ellas, quedando paralizados de miedo y asombro.
Yo sabía-dijo una voz-…sabía que este weon iba a hacer algo así…
Los muchachos miraron y, bajando por una colina, venía el profesor Raúl Gray con un arco en mano.
Raúl les dirigió una mirada y dijo: ya…siéntense…les voy a hablar de que trata esto…
Todos se sentaron frente a él hasta que llegó a ellos.
Ustedes ya me conocen-empezó- y si no, no importa, ya lo harán… no tengo tiempo para hacer presentaciones bonitas… las flechas sólo fueron para que no arrancaran a wear por ahí.
Profe-dijo D gray- ¿qué clase hace usted?
La de ballet poh weon!-respondió el ser más cercano a la matrix- armas culiao…¡¡armas!! 
Bue…bueno-respondió D-gray para no volver a hablar.
Ok cabros, la wea es bien simple-continuó- en esta clase vamos a ver que tipo de arma  es más cómoda para cada uno. Generalmente sólo una se manipula a la perfección, a no ser que sean yo…que puedo usarlas todas por que soy bacán.
Deben entender que el arma es una extensión de su propia habilidad, por tanto deben conocerse muy bien en el campo de batalla; verán, además, que esta clase va muy conectada con la de la maestra de artes marciales… y como esta sesión de ahora se hizo previniendo la falta de…mi amigo Saito… llamé a Kanna para que hagamos trabajo en conjunto por hoy.
El sonido de un trueno se hizo presente, una mancha borrosa y negra apareció en el cielo para caer pesadamente en la tierra. Ya estática, la femenina y sexy figura de la profesora Inffam era fácilmente visible, hecho que acarreó el ya acostumbrado desorden hormonal entre los novatos.
Qué hay-dijo- ¿por qué siempre le achuntas a todo, “Oso”?
Ya lo dije-respondió el profesor de armas- por que soy el ser más cercano a la matrix y, dicho sea de paso, una especie de humano más bacán que el promedio y los súper dotados.
Puta que erih humilde weon-sentenció Kanna con una sonrisa- bueno cabros, como decía mi colega acá, las armas son una extensión de su propia habilidad en combate… he ahí que estas dos disciplinas se vean conectadas entre sí. Cada avance que hagan en mi clase de artes marciales supondrá un paso más en su camino al dominio perfecto del arma, mientras que cada avance en la clase de Raúl significará un progreso en sus artes marciales. Verán como su arma se convierte en otro miembro más de su propio cuerpo… ¡es tan artísticamente bello que me emociona!
Pseh-añadió Raúl- esta chuchá sí es bonita…ahora Kanna… ¿cómo mierda empezamos este asunto?
Chucha… ¿alguna sugerencia chiquillos?-preguntó la guerrera.
Profe-levantó la mano Pipíno-¿por qué no nos muestran a que se refieren realmente con eso del “dominio perfecto?
Tú dices-quiso aclarar la Inffam- ¿Qué peleemos entre nosotros, Raúl  y yo?
Si lo pone así, sí. Respondió el otro.
Pero es que…
Kanna-interrumpió Gray- tu sabes que lo quieres…
Así fue que, sin previo aviso, el profesor de manejo de armas dio un espectacular salto hacia atrás mientras  la profesora de artes marciales se acercaba a él desenvainando la espada que llevaba al cinto.
Gray encontró soporte en un árbol, parándose en el tronco y doblando sus rodillas mientras colocaba y disparaba cinco flechas de manera simultanea a una velocidad sobrehumana. En cuanto el arco silbó y las flechas empezaron su trayectoria, el profesor compartió la de sus proyectiles avanzando junto a ellos en el aire (de ahí que doblara sus rodillas para luego poder saltar con mejor impulso).
Kanna se lanzó en sentido contrario sin temor alguno a las flechas; casi estaba en contacto cuando, sorprendentemente, lanzó una patada que invirtió el rumbo de tres de las saetas, mientras dejaba pasar las otras dos haciendo una voltereta hacia atrás  a pesar de que, en principio, se había abalanzado con todas fuerzas en línea recta (Chicho, teniendo conocimientos de física, encontró este hecho casi imposible…y dijo casi pues creía a sus ojos), sólo para, nuevamente y en cuestión de segundos, caer al suelo y volver a abalanzarse. En ese momento los novatos compararon a la grácil mujer con un ave que surca libre los cielos despejados, sin preocupaciones ni dudas.
Las flechas cuya trayectoria había sido invertida estaban a centímetros del Raúl volador… sin embargo éste colocó la parte plana de su cabeza, giró el cuello y amarró los proyectiles en su pelo.
Ya cerca ambos, Kanna lanzó un terrible mandoble  en línea descendente, cómo queriendo partir a su colega por la mitad.
Él, por su parte, tomo el arco con las dos manos y lo puso en el rumbo de la espada de Kanna anteponiendo, primero, la parte del hilo que cedió inmediatamente al filo del arma. Luego de ello la espada siguió su camino hasta encontrarse con la parte dura del arco, ahí Gray saltó por sobre la Inffam  tomando los extremos que habían quedado del hilo para proceder a amarrarlos al cuello de su contrincante. Sin embargo, ella se percató de esto alcanzando a quitarle uno de los extremos del hilo de plata. Fue en una milésima de segundo… ambos tenían un extremo amarrado a su cuello… mientras un finísimo corte se dejaba ver en cada uno.
Los dos se miraron, sonrieron y se soltaron.
Eso- dijo Kanna enfundando su espada y sacándose el hilo del cuello-… no es ni una décima parte de lo que pueden hacer con el manejo perfecto del arma.
Los novatos estaban emocionadísimos luego de haber visto tal despliegue de habilidad. La idea de poder alcanzar ese nivel les llenaba la cabeza de fantasías de lucha y gloria.
Ahora bien-continuó Kanna- para poder alcanzar el manejo perfecto del arma, es necesaria una gran cuota de talento; no importa cuanto se esfuercen, sin talento jamás serán capaces de lograr algo… lamento hacérselos saber de esta forma, pero si no es así la verdad terminaría por aplastarlos.
Raúl se quedó unos segundos contemplando a Kanna, miró a los novatos y sus rostros desilusionados para luego volver la vista a su compañera y dirigirle la palabra:
Qué bueno que él no te escuchó decir eso-argumentó-  le sería muy triste verte parada en esa posición tan cerrada… recuerda que es un idiota.
Kanna volteó y miró al despeinado.
El que sea un idiota-respondió- no le da derecho a negar la verdad; además, si en vez de “virarse” se hubiera quedado aquí, quizá me podría haber convencido.
Aaaah, Kanna culia-replicó Gray- ¿ya vas a empezar?
Nada de eso-siguió la artista marcial- no digo más que la verdad y nada de lo que digas me hará cambiar de opinión, tú mismo recalcas a cada momento lo bacán que eres. No pierdes oportunidad de decirlo.
Se miraron durante un rato, Oso sonrió y le dijo: Según recuerdo, él se convirtió en un gran maestro de la espada… y jamás se le reconoció talento alguno durante su formación… ¿o me equivoco?
El sensual rostro de Kanna se tornó de un rojo intenso, le tiritó la ceja izquierda mientras apretó los parpados.
Maricón, ese es un aspecto completamente diferente del asunto… no me hagas perder más tiempo y sigamos con esto-dijo.
El resto del tiempo se lo pasaron analizando los músculos de sus estudiantes, uno a uno los maestros estudiaron la condición física de sus pupilos. Así llegó el fin del primer bloque de clases. Aún faltaban otras, pero esas se impartían al día siguiente por causa de la gran carga horaria que demandaban las asignaturas del día lunes.
Antes de retirarse, Kanna se acercó a Kamy y le dijo: los estaremos esperando en el cuervo, pueden llevar a quien quieran. Mientras más mejor, y si llevan plata… ¡mucho mejor!
Los muchachos se alejaron mientras D-gray les suplicaba lo llevasen.
Ya oíste a la profe-dijo Chicho- te llevaremos, así que para de joder.
Luego de ducharse y descansar por un par de horas los agarrotados músculos, los novatos tomaron rumbo hacia el bar cuervo.
Avanzaban muy entusiasmados, sobre todo los tres que llegaban ahí por primera vez.
Entraron al lugar que, como siempre, estaba atestado de humo. Unos cuantos soldados ebrios los saludaron por la costumbre que mandaba dar la bienvenida a cualquiera que entrase. Kamy alzó la mirada por sobre la multitud hasta divisar la mano alzada de Kanna. Acá chiquillos-gritó- vengan.
Nuevamente el de Avelard encontró a algunos de sus profesores (Jesús y Elba, no estaban entre ellos) dispuestos alrededor de una mesa de madera con un estilo muy “vikingo” que otorgaba un aire “cool” a la reunión. 
Muy buena la de hoy-Dijo Sergio ofreciéndoles asientos- es raro que los nuevos se avispen tan rápido. Con fuerza no se gana todo, jaja. Ey Pipíno, ¿Cómo va tu mano?
Genial-respondió dirigiendo la mirada a Matheo que apenas asomaba su cabeza por sobre un gran jarro de cerveza medio vació- el doctor hizo un estupendo trabajo.
Pu..pues clarro que hizze un wen trraajo- respondió el medico completamente borracho- me paszzé veinte aññozz esuttudiaando para eso. Soy dostór en medicina de la Shilee. Que no ze te eolvide. ¡Hip!.
Los muchachos no supieron que hacer hasta que Bardiel rompió el silencio.
Y eso garantiza que no nos folles, hueón!
Todos rompieron en carcajadas, por lo cual los cuatro jóvenes se soltaron y rieron de muy buena gana. Las risas cesaron y Saito tomó la palabra.
Puta cabros, hace mucho que no veíamos un avispamiento como el de ustedes. Es por eso que los queremos premiar, aunque el chiquitito de ahí- dijo señalando a D-gray- como que anda con su paracaídas en la espalda.
El aludido se puso rojo de vergüenza, sin saber que decir, las palabras se le atoraron en la garganta.    
Yo, bueno…
Relaja, man-agregó Walter- si te está hueveando.
Sí, perro-continuó Saito- si es broma.
Walter llamó al barman , este se acercó a ellos y les tomó la orden.
Unaz black Figaro de cinco litros para cada uno, menos a Matheo, si este weon toma más-dijo el pelirrojo- se muere. Incluya a los muchachos recién llegados, esta noche toman todos y la hueá.
Mientras llegan las cervezas-dijo Shinku- cuéntennos más de ustedes. Con Kamy ya estuvimos acá, que tal tú… ¿cuál era tu nombre?
Chicho-contestó sonrojado el de Hurtas.
Entonces-interrogó la rubia- ¿esa es tu única gracia?, no lo creo, ya que supe que fuiste tú quien llegó a la conclusión que los llevó a sortear lo de las piedras.
Claro-respondió- a ver, ¿por donde empiezo? Vengo del pequeño pueblo de Hurtas más allá de la cordillera sur. Mis padres son labradores de la localidad y venden sus productos en el mercado. Por cierta habilidad para los cálculos entré becado a la escuela de economía de la unión. Ahí conocí a Pipíno y nos hicimos amigos. Luego de graduarnos, volví a mi tierra y esta se encontraba ocupada por el imperio. Sufrimos muchos vejámenes de parte de las tropas, esclavizaron a los más jóvenes y requisaron todos los bienes de los pobladores. Eso hasta que los caballeros de la unión los expulsaron de nuestras tierras. Desde ese entonces, dado lo que había sufrido, sentí la necesidad de ayudar a quienes pasasen por lo mismo, la única opción era convertirme en caballero para salvaguardar la justicia en el mundo. Realicé un pesado entrenamiento y di los exámenes hasta quedar.
Que noble-sentenció Oso.
¿Qué hay de ti?-preguntó Kanna a Pipíno- ¿algo que contar?
Mmm- meditó Pipíno- básicamente la música me trajo a este lugar. En mi país está prohibido el punk. Ingresé a la escuela de economía solamente porque no me quedaba otra cosa. Los números se me dan fácil, pero no es la vida que quiero. Mi intención es una, liberar a los pueblos para que puedan expresar sus sentimientos de la forma que se debe. Que no existan ataduras, para ello, la opción de convertirme en caballero apareció como la oportunidad perfecta de poder alcanzar mi sueño.
Dos economistas-sonrió Balto- esto me gusta, somos colegas ¿saben?
¿En serio?-preguntaron Chicho y el de Karlack al unísono- que alegría. Eso quiere decir que no es imposible para los hombres de oficina alcanzar un buen grado dentro de la orden de los guerreros-terminó por sentenciar Chicho.
Así es-corroboró el del cabello en fuego- nuestras mentes ágiles son muy útiles en tiempo donde las estrategias apremian. Se necesita gente capaz de organizar y distribuir mucho dentro del mundo de la guerra.
Kamy-dijo Saito- tú no nos has hablado de tus motivaciones,  ¿qué te trajo hasta acá?
Simple- respondió el flaco- mientras siga habiendo injusticia en este mundo, serán necesarios los hombres que peleen por eliminarla. No puedo soportar ver cómo se ultrajan y se menosprecian las vidas humanas. Quiero dedicarme por entero a hacer valer los ideales de libertad, para ello debo convertirme en un héroe de la justicia.
Los profesores parecían enternecidos por los relatos de sus discípulos. Sólo atinaron a sonreír hasta que Bardiel se dirigió a D-gray.
¿Y tú?-le dijo- ¿que puedes contarnos?
Es muy complicado-le contestó- puesto que yo vengo de Africa.
¿Africa?-dijeron los profesores asombrados- ¿cómo es que un hombre de una prelatura Imperial llegó a la academia?
Verán-dijo- el clima político de mi nación esta muy agitado. Al igual que Pipíno, la música me mueve mucho, aunque en mi caso el rock constituye mi gran pasión. Esto me llevó a frecuentar lugares de reunión clandestinos donde se practicaban todas las costumbres prohibidas por la ley. En ese tipo de sitios se daban cita los hombres de la resistencia. Allí encontré gente que compartía mis ideas y gustos; los video-juegos también se encuentran prohibidos, así que, como es obvio, muchos jugaban cuando el tiempo lo permitía. Incursioné en esto y conocí a unos tipos que gustaban de pelear conmigo en el smash brothers. Uno era un humanista errante que se asentó en Africa, nos sentábamos tardes enteras a jugar mientras conversábamos, el otro era un chico solitario y apuesto, muy callado y tranquilo que acompañaba siempre al primero. El humanista siempre me hablaba de este lugar y como eran las cosas por acá, él decía conocerlos a todos. Así que esperé el mejor momento para decirles. Además, me contaba sus ideas, me hablaba de historia y filosofía, criticaba los sistemas de educación y la terquedad de la nobleza. Incluso decía que en esta escuela había dos hombres a los que jamás había podido vencer en ese juego, eran demasiado buenos y… ahora que lo recuerdo, los llamaba Jp y Raúl.
Los rostros de los docentes palidecieron llegando, inclusive, a que Matheo despertara de su borrachera.
D-gray temió haber dicho algo malo, miró las caras de sus escuchas y dijo en tono de disculpa: ¿los conocen?
Bardiel lo miró fijamente y dijo: Jp es como me llamaba mi madre…
Oso lo secundó: Ya creo haber mencionado que mi nombre es Raúl…
Saito y Walter miraron a D-gray para pedirle: dinos todo desde el principio, somos todo oídos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario