Menos mal que no hace calor- decía D-Gray, haciéndose el desentendido en relación al hecho de que era su culpa que todos estuviesen retrasados.
Viejo -gritó Saito desde adelante- si quieres desviar la atención, mejor dí “está raro el clima y nadie sabrá qué hacer.
Walter se lo quedó mirando y exclamó: no es que no sepamos qué hacer cuando dices eso, lo que pasa es que es una excusa tan lamentable que da pena cagarte la onda.
Kamy prefirió no oír esa discusión, le dolía el trasero por la poca costumbre de cabalgar. Medio se movió incómodo en la montura. A su lado trotaba el profesor de manejo de armas, muy tranquilo él.
Kamy lo miró y sonrió, Oso le devolvió la sonrisa, pero moviendo la cabeza hacia arriba.
Si fueras como yo-dijo- no te dolería el culo.
Kamy vió la oportunidad perfecta para entablar conversación con el ser más cercano a la matrix y no quiso desaprovecharla.
Pero-le respondió- aún así me dolerían las piernas.
Raúl seguía su trote y le dijo: Si te acostumbras a usarlas, con el tiempo se vuelven más fuertes…es…una cosa común.
Me parece-siguió Kamy- pero aún no las tengo tan fuertes.
Eso es por que no las usas lo suficiente- le dijo el otro.
Algo habrá que hacer, ¿no?-inquirió el novato.
Pseh, algo-respondió el profesor.
Hasta aquí ya no sabía que tipo de conversación sacar, se dio cuenta lo difícil que era intentar siquiera hacer producir palabras a un hombre que expresaba sólo lo justo y necesario.
¿Es usted así siempre?- prosiguió Kamy de forma desesperada, a fin de no perder la chance de hablarle al maestro de armas.
¿Así cómo?- dijo Raúl pidiendo mayor claridad.
Así, tan callado y tranquilo-le dijo el muchacho.
¿Crees que soy callado?-preguntó honestamente el corredor- no me gusta… deshacerme en palabras, pero no considero que sea lo más callado de este mundo… digamos que, sólo comunico lo justo.
Kamy no esperaba que Raul Gray desconociese su condición de hombre casi mudo. Pensaba en esto y por lo menos, llegó a la conclusión de que no había ni pesadez ni “mala onda” en el otro hombre, solamente no le gustaba “deshacerse en palabras”, tal como se lo había expresado.
En fin- dijo Kamy- ¿en serio piensa recorrer todo el camino a pie?
Ajá- le dijo Raúl- no me interesa maltratar animales.
Pero-inquirió aún más- eso es algo muy difícil, ¿por qué esforzarse tanto si tenemos la posibilidad de usar a este animal?
No me gusta abusar de otros- fue la respuesta-todas las vidas merecen respeto… incluso Nobi.
Kamy no supo si con eso quería bromear luego de haber dejado claro su punto, pero aún así rió.
Je-rió también Gray- es bueno bromear de vez en cuando. Aunque quizá te parezca raro que alguien que se dedica a las armas hable de no abusar de otros.
La verdad sí- le dijo Kamy- es algo contradictorio, si me permite decirlo.
Pseh-dijo Raúl- es normal, pero por el asunto de las armas es menester que cosas como el abuso y la crueldad me repugne. El poderío debe ser manejado con responsabilidad, si no, la barbarie toma el control.
Ya veo, me parece bien- Concluyó Kamy.
Por su parte, Chicho se dedicaba a mirar el paisaje. Puras rocas, kilómetros y kilómetros de piedra se extendían a lo lejos y no hacía nada más que preguntarse cuando iba a terminar todo aquello. Le urgía poder bajarse del caballo y beber algo de agua. Había estado esperando encontrarse con praderas verdes y un hermoso arrollo, pero no, sólo rocas y rocas y uno que otro gas expulsado por Jesús du Angellic era lo único que hacía variar el viaje. La verdad, estaba aburrido a más no poder.
Sergio aceleró un poco el trote de su caballo y se acercó al novato.
¿Paja?- preguntó.
Sí, paja y sed- le contestó- el viaje no es realmente como imaginaba.
A todos nos pasa-le dijo el Jet Kune “doka”- pero en un par de horas… ¿qué chucha?
Sergio se paró en seco y miró hacia delante, Chicho siguió la mirada de su profesor y divisó una humareda.
Los demás también habían reparado en esto y Walter ya los encomendaba a apurar el paso.
Vamos a ver qué weá, cabros- gritó- pónganse en formación: Oso, Sergio a mis flancos, Saito Jp, tras de mí; Shinku, colócate tras Bardiel y quiero a los novatos junto con Matheo y Gwyneth, uno al lado de otro, revisen la retaguardia, puede ser una trampa, no sabemos qué clase de bandidos pueden ocultarse en la llanura, si lo es, a darle átomos no más.
Comenzaron todos a cabalgar sin perder la formación, D-Gray a esas alturas ya tenía algo de dominio, no estaba seguro si podía cabalgar, pero su sangre africana lo conminó a “aperrar” ya que el coraje de los de su raza era conocido a nivel mundial.
Cuando el origen de aquél humo estuvo a la vista, todos se relajaron… y no pasó nada hasta que Jesús rompió el hielo:
Waaaaajajajaja- bramó- ahí está el parcito, eso les pasa por creerse la raja los weones, todo porque querían andar en una maquina extraña por llanuras hechas mierda.
Kamy no tenía aún clara la pintura, pero al acercarse más al frente entendió las palabras del profesor de supervivencia, ya que Kanna y Marco se encontraban todos sudados junto al Aston Martin del summonner, abierto el capó, chicharreando el motor y tres ruedas pinchadas.
Puta la mala cueita- dijo Saito- ¿algo que se pueda hacer?
Por la cresta- se lamentaba Kanna- ahora a tendré que cabalgar como los demás, y me da paja por la chucha. ¿Acaso no puedes invocar otro, Marco?
El hombre de las invocaciones, el docto por excelencia en micro DVD’s la miró por sobre sus lentes un largo rato y dijo mientras parpadeaba al pronunciar sus palabras: es un aston Martin, ¿ya? Me gasté cachada de energía pa’ invocar uno con super aire acondicionado y tv satelital, así que mejor me dejas sólo con mi enojo.
Bueno-dijo Kanna- pero no es para tanto. Si el “shúper” aire acondicionado no era tan “shúper”.
Tranqui, chiquillos- dijo Matheo- a dos horas de aquí hay una zona de camping. Podemos parar allá y pasar la noche, ya se está haciendo oscuro y no me gusta eso de andar a oscuras por aquí. Es muy tétrico.
Maricón-agregó Jesús- pero tu idea es buena. Además, estoy seguro que kanna no sintió el aire acondicionado del auto porque quizá que weá la tenía con calor.
Marco miró colérico al hombre del gran cráneo, éste le sonrió y dijo: ¿ves cómo te defiendo, amigo?
El resto simplemente se limitó a hacerse el weón. Aunque los novatos estaban bien curiosos.
Pasadas las dos horas de largo trote llegaron al claro. No fue cosa fácil, al menos para Marco. Durante el camino Kanna accedió a subirse a la grupa del caballo de Gwyneth y a Marco no le quedó otra que cabalgar junto a Oso, es decir, a trote humano limpio. Esto le hizo lamentarse con frases del tipo: “Puta, aprender mucha magia le hace mal a las piernas” o “definitivamente tengo que dejar de fumar”.
Al fin Chicho se alegró y recibió algo de lo que esperaba. De una de las montañas caía un corriente de agua, la cual se acumulaba en una zona verde formando un pequeño “estero”. Ahí todos desmontaron y armaron las tiendas. Matheo se había preocupado de que todos los implementos necesarios fueran dispuestos como carga para los caballos; era, sin duda, uno de los más precavidos y organizados (quizá el único) del consejo superior.
Que buena-señaló D-gray tirándose de espalda al pasto- ya nada de rebotar sobre un caballo.
No importa de qué forma hayas dicho eso- interrumpió Pipíno- sonó muy mal.
Los novatos rompieron a reír, pero fueron a los pocos segundos interrumpidos por Kanna que habló en general.
Sabía que, eventualmente, nos toparíamos en alguna parte del camino, así que me tomé la molestia de empacar esto:
Tomó un bolso y de él sacó varios “packs” de cerveza. Matheo, ¿ayudas?
El doctor miró los packs y sopló hacia ellos, una pequeña nube azul salió en su dirección y los cubrió por segundos hasta disiparse.
Listo- dijo- ahora están heladitas.
Rato después ya todos llevaban varias cervezas en el cuerpo. Y se habrían acabado en un instante si no hubiese sido porque Marco invocaba más y más, haciendo mierda el resto de energía que le había quedado luego de la invocación del Aston Martin.
Kanna se cansó y depositó sus posaderas sobre el césped, apoyando su espalda contra un árbol. Gwyneth Arslam se le acercó botella en mano, la primera que había abierto y que ni siquiera se encontraba bajo la mitad, y se sentó a su lado.
A veces se me olvida que igual tomas, Gwyneth- le dijo la Inffam.
Claro- fue la respuesta- pero la verdad, con suerte me bajo una. Nada más comparto tragos en ocasiones especiales.
¿Y qué tiene de especial esta, loca?- inquirió Kanna.
Pues bien-dijo sonrojándose un poco y viéndose extremadamente adorable- me dirijo con el consejo superior en una misión diplomática hacia el país de Fígaro, no sé si sentirme importante con el honor o nerviosa y con una responsabilidad muy grande.
Tranquila, vieja- dijo la artista marcial- cosas como estas no son más que el inicio del gran camino que tienes por recorrer, puedo verte un futuro brillante.
Gracias- dijo la joven- pero para ser sincera, no es de eso de lo que quiero hablarte.
Y, ¿qué sería?- preguntó intrigada la Inffam.
Tus manos- le dijo ella- ¿cómo están?
Ah, mis manos- repitió la maquina del Taek mientras las ponía frente a sí y las miraba- están bien.
¿Segura?- insitió Arslam- digo, el daño causado por ese tipo de ataque se supone es permanente… si el afectado fuera otro, probablemente jamás hubiese vuelto a mover los brazos.
Kanna sonrió. No me halagues de esa forma- dijo- el de el crédito es Matheo, sus habilidades médicas son únicas. Con un doctor como ese, cualquiera se recupera. Así que, debo aprovechar tal oportunidad.
y- prosiguió Gwyneth- ¿eso sería?
La próxima vez- le dijo la maestra- no titubearé.
Sí, lo he escuchado- decía Sergio conversando con Marco y Matheo- pero no creo que trabaje para el Imperio. Siempre ha sido un “free-lance”, lo más probable es que ande por ahí viviendo con alguna caravana y aprendiendo patadas.
Pero- le refutó Marco- si haz oído de él metido en esa clase de actividades, no creo que siga desempleado, han de haber contratado sus servicios por un buen rato.
Da lo mismo-Respondió el Mariadicto- es un trabajo como cualquier otro y pico con eso.
Como quieras- dijo Matheo- llegado el momento veremos qué se hace, si bien ese no es mi modo clásico de proceder, esto es algo que te concierne más a ti que a cualquiera.
Así se habla pequeña perra maldita- le dijo Sergio a su amigo.
Los novatos habían formado su propio grupo apartándose un poco del resto. Como era primera vez que hacían ese recorrido no tenían la confianza suficiente como para embriagarse.
Pasó el rato y llegó la hora de acostarse, la mayoría de sus superiores yacían tendidos sobre el césped así que no les suponía una imposición muy grave. Kamy era incapaz de conciliar el sueño a esa hora, así que se dedicó a mirar el agua. En eso estaba cuando Oso llegó a su lado.
Siempre es lo mismo- dijo sin que sonara regañador- al parecer los más grandes héroes de la academia Shi Oni no son capaces de resistirse a los encantos del alcohol.
Usted- dijo Kamy sobreponiéndose al miedo inicial que le produjo la sigilosa aproximación de Oso- ¿nunca se ha emborrachado?
Melón con vino- le respondió Raúl- una vez, hace rato ya… ¿Me dejas ver tu bufanda?
Kamy se sintió medio descolocado con la pregunta, le tomó un rato comprender bien lo que se le pedía; cuando pudo, le alcanzó la bufanda de plumas que siempre andaba trayendo.
Nunca…te veo sin ella- le dijo Gray- haz de tenerle mucho aprecio… sería, sin duda, un arma perfecta.
Eeemmm… ¿un arma?- preguntó Kamy- pero si sólo son plumas unidas unas a otras con hilo. No veo de qué forma podría…
El aprecio, señor- le contestó el maestro de armas- recuerda que, en la primera clase, explicamos que el arma es una extensión del ser, nada más. Úsala adecuadamente, siéntete cómodo con ella, endurece tu cuerpo y ella también lo hará, haz tus miembros rápidos y ella también lo será. No hay arma que por sí misma sea poderosa, la habilidad y confianza que el usuario deposita en ella es la que hace a un hombre común un maestro de armas.
Entonces… lo que yo creo- prosiguió Oso- es que dado lo familiarizado que estás con esta bufanda, puedes hacer de ella tu mayor defensa y el ataque más letal.
¿En serio?- decía Kamy- ¿una bufanda de plumas?
Te mostraré-contestó el profesor.
Raúl Gray , profesor de manejo de armas de la academia Shi-Oni tomó la bufanda de su estudiante y, mientras éste lo miraba, avanzó hasta la orilla del pequeño estero. Ahí, en el otro extremo, estaba la montaña desde la cual bajaba el agua. Se quedó pensativo un momento, tanteaba la bufanda con las manos, la apretaba, la hacía suya. Acto seguido, abrió los ojos de par en par y esgrimió la prenda de su pupilo como quien empuña un látigo, la punta que no tenía agarrada se abalanzó contra la mole de roca estrellándose y provocando un tremendo chasquido. Una grieta se hizo visible en la piedra no labrada, mientras dos latigazos más azotaban el agua partiéndola en dos y dejando ver la tierra enlodada. La bufanda regresó a la mano de su usuario, enrollándose en la muñeca de éste, mientras la grieta se hacía más grande para terminar despedazándose parte de la montaña, en la cual quedó un gran hoyo, como cicatriz.
Conchetumadre- chilló Kamy ebrio de emoción- ni idea de que se podía hacer eso con una bufanda, la weá pal’ pico, ¡weón!
Ajá- respondió Raúl- con cualquier cosa. Obviamente en clase sólo les enseñamos a usar las armas clásicas. El arma única es algo que, haciendo honor a su nombre, es único de la persona… Te recomiendo…que uses… esta. Ahora me voy a dormir. Chao.
Al despertarse, Pipíno salió de la carpa y se acercó al estero a lavarse la cara. Una vez en el lugar, vio a Kamy tirado en el suelo durmiendo con la bufanda en las manos.
¿Qué chucha éste weón?- pensó- voy a despertarlo.
Se acercó un poco más a su amigo y le pateó las costillas suavemente con la punta del pié.
¿Aabbuwwsaakkddeaaahh?- balbuceó Kamy cara de zombie- ghuuAAA.
Despierta, culiao- le ordenó Pipíno- o te vas a resfriar, y eso no es bueno teniendo en cuenta el calorcito del camino. Aparte, ¿qué haces durmiendo a la intemperie?
Kamy se incorporó a medias, se restregó los ojos y lo miró como dudando de si estaba despierto.
Nada- dijo al fin- estaba cachando si me resultaba una weá, pero no me salió.
Bueno, ya te resultara- lo consoló el lobezno- por ahora lo mejor será que espabiles y veas tus cosas. En cualquier momento nos pondremos en marcha.
¿De cuando acá planeas las cosas, viejo?-preguntó el de Avelard medio molesto.
O sea, yo no lo planee- le respondió el otro- eso es lo que escuché.
Ok… Ok.
Un par de horas después, ya todos se encontraban listos para marchar. Antes de la partida comieron de los platos preparados por el profesor de supervivencia; todos se deleitaron con las exquisitas pizzas de Jesús du Angellic, cuyo ingrediente principal jamás reveló.
En fin, la cosa es que todos se pusieron en marcha pasados unos minutos de reposo posteriores a la comilona.
Me encanta- decía Marco- el viento que corre ahora. No tenemos porqué apurarnos y, además, no hay un sol maricón como el de ayer. Ahora puedo trotar con todo el universo de mi parte. Oye, Kanna, ¿andas con alguna cervecita por ahí? Tengo ganas de hacer este viaje mucho más fresco.
Kanna la Inffam no se hizo esperar y, sin siquiera decir palabra, metió la mano en su bolso de viaje. De ahí extrajo dos latas y le lanzó una al summonner.
Marco no se hizo esperar, abrió la lata y bebió todo el contenido de un solo trago.
Eso-dijo- es lo mejor.
No vaya a ser weá que te cures por el camino, viejo- gritó Saito- mira que hay que llegar decentes a destino.
No vaya a ser weá que te pongas celoso-gritó Jesús para luego romper a reír de forma descontrolada.
Kanna solamente susurró un “cabezón culiao” e hizo caso omiso de las palabras del gran cocinero. Por su parte, el lobo de Gondor prefirió hacerse el weón, mientras Bardiel, que quería unirse al jolgorio, fue parado en seco por su esposa con una mirada fulminante.
Los novatos nunca habían estado tanto rato junto a los del consejo superior. Generalmente se juntaban en un carrete por ahí o por separado durante las clases; sin
embargo, ahora llevaban más de un día entero sin que hubiese música en un bar o estuviesen completamente borrachos. Este hecho les permitió darse cuenta de que el modo de interactuar que tenían las “mayores autoridades de la unión” (fuera de los señores feudales, por supuesto) era exactamente igual al de adolescentes cualquiera; adolescentes bastante creciditos eso sí.
Chicho, quien siempre había mostrado ser el más “maduro” de los novatos se había mantenido gran parte del viaje callado. Esperaba que esta ocasión correspondiera a la de una comitiva solemne dirigiéndose en misión diplomática hacia un gran reino. Pero no, sólo se trataba de un montón de muchachos obligados a tomar responsabilidades sepa uno porqué avatares del destino. Claro que en esas responsabilidades recaía el destino de pueblos enteros.
No es que me moleste ni nada-dijo Hurtas a sus amigos- pero… ¿Cuánto falta?
Ni me preguntes- le respondió Pipíno- yo jamás había andado por estas zonas.
Si lo sé, somos amigos de hace rato, ¿recuerdas?-inquirió sarcásticamente Chicho.
Según recuerdo de la clase de historia, deberíamos llegar a una cordillera- dijo Kamy integrándose a la conversación- me parece que es ese hilo que se ve a lo lejos.
No queda tanto si lo piensas- prosiguió el muchacho- a lo más otro día y estamos allá.
Menos mal, yo pensé que iba a ser algo así como una semana- le dijo Chico- estoy muy ansioso por llegar.
Y ¿a qué se debe eso?- le preguntó D-gray.
Mira, esta es una situación muy especial- le contestó su amigo- viajamos como dignatarios del organismo neutral que concentra la capacidad militar de la unión. De nosotros depende evitar un conflicto de gran magnitud.
En todo caso- agregó Kamy- no me había detenido a pensarlo de ésta forma. Somos diplomáticos, weón, diplomáticos! Brigidísimo.
Sí lo sé- dijo Pipíno- pero no somos más que acompañantes. El verdadero rol lo juegan los del consejo; intuyo que nosotros, junto con Gwyneth, seremos tomados como escolta.
Da lo mismo eso, weón- siguió Chicho- ¿ no ves que lo que importa es el hecho de que estamos siendo parte de ésta clase de evento?
Bueno- le contestó Pipíno- en eso sí que tienes razón.
El tiempo pasó rápido mientras la caravana (con Oso y Marco trotando) llegó hasta la cordillera donde se formaba el paso en subida que llevaba hacia la magnífica Fígaro.
Hela allí- gritó Walter, quien con la mano alzada conminó a sus compañeros a detenerse- la gran ciudad de Fígaro, metrópolis de las artes liberales y cuna de valiosos guerreros de la unión. Ojala Tía Fígaro tenga arroz!
Kamy estaba maravillado, podía ver las puertas acercarse cada vez más, al mismo tiempo que avanzaba por el gran corredor. Y los relatos que había oído eran ciertos; la nieve cubría las puntas de las montañas a pesar del alegre sol y la época del año, las puertas, ahora mucho más cerca, mostraban “efes” grabadas en diamante rojo.
Sangre de dragón fosilizada- le dijo Jesús a su lado- un regalo hecho por el señor de los dragones en los primeros tiempos de Fígaro, cuando sus habitantes no eran más que un grupo de hombres buscando donde asentarse que fueron cautivados por la belleza edénica del lugar.
Vaya, sí que sabe de acá- le dijo Kamy.
Obvio- respondió el Cabezón- soy un cazador y cocinero. Conozco las propiedades de los organismos vivientes.
Jesús no pudo seguir hablando porque la atención de todos se dirigió a las puertas. En ellas una cavidad menor se abrió y un emisario salió cabalgando desde la misma. Se detuvo a metros de distancia de Walter y le habló:
Señores que cabalgáis hacia nuestra ciudad-dijo- me es menester el pediros que os identifiquéis. No es previa desconfianza, si no que es la tarea que se me ha encomendado. Yo, Sir Patinho, os pido amablemente que me digáis vuestros nombres y qué oficios os traen por estos lares.
Nosotros-dijo Walter- oh, noble guardián de la puerta de Fígaro; hermosa e inexpugnable, cuna de valientes guerreros y metrópoli de las artes liberales. Mi nombre es Sir Walter Reed, presidente del consejo superior de la academia Shi-Oni. Los que conmigo cabalgan son sus miembros menos uno y también nos acompañan novatos de gran valía como escolta. Hemos venido a visitar a los señores de tu reino, como muestra de amistad; a fin de hacer ver al mundo y a las lenguas ponzoñosas, que nunca la academia y Fígaro han estado más unidos. Y que todo rumor, no es tomado más que por eso.
Los novatos se pusieron a conversar en voz baja. Estaban demasiado acostumbrados a escuchar a sus superiores dar jugo, que nunca se esperaban estos cambios de actitud. Sobre todo el ver a la cumbancha colorada hablar como si fuese el papá de Jota de Joder.
Mis señores- respondió Sir Patinho- enhorabuena habéis venido. El señor de Fígaro esperaba que tarde o temprano aparecieseis. Por favor esperad que os permitiré la entrada.
Dicho esto, el noble caballero emprendió su marcha de vuelta. El sonido de trompetas reventó y las grandes puertas comenzaron a abrirse. No era un mecanismo familiar, pero los goznes giraban sin necesidad de caballos que jalasen las puertas. En fin, unos segundos más tarde, la entrada de Figaro se encontraba completamente desbloqueada y las gentes de la hermosa ciudad daban la bienvenida a la comitiva.
Kamy estaba tan emocionado que casi se mea en los pantalones. Nunca esperó que después de esa visita, la gran sombra se extendería sobre su vida y la de sus amigos.