jueves, 26 de julio de 2012

Capítulo XV “La revuelta comienza”




Dice la sabiduría popular que no hay mal que dure cien años ni tonto que lo aguante.
 Ahora bien, esto es más o menos debatible; ya que, en efecto, los mismos artífices de éste mal pueden permitirse el “adoctrinar” o “fabricar” individuos lo suficientemente estúpidos como para bancarse males cuya duración supere, incluso, los cien años que reza el viejo adagio. Ese es el punto en contra, sí existen tontos capaces de aguantar hasta la más injusta de las situaciones y, para colmo, llegar a verla como la mejor de las posibilidades, amarla hasta el punto que, una vez ida, nazca en ellos la añoranza por la misma. Pero, como ya hemos dicho, estos dóciles tontos no pasan de ser un producto, el resultado del trabajo realizado por aquellos que, velando por el propio interés o la satisfacción de algún capricho megalómano, se empeñan en instruir a los que serán los miles de engranajes de su maquinaria perversa. Un poco de aceite aquí, unas vueltas de tuerca acá y ya: habemus mal. 
Situaciones como la descrita anteriormente se han podido ver a través de la historia y en las más variadas escalas; desde una organización deportiva, hasta el régimen de una nación. Tal es el caso de África, que ahora se encuentra en un proceso de “des-estupidización” ¿cómo es esto posible? Pues así como hay grandes arquitectos del mal, existen otros que buscan despertar en las gentes la llama de la inteligencia, que buscan devolver a aquellos inmersos en la maquinaria la capacidad de ser más que un engrane, de volver a considerarse seres humanos de valía; mejor dicho, pretenden hacer recordar a aquellos que han olvidado ser y hacerse. El continente negro se encuentra ad-portas del fin del régimen de los diecisiete años (obviamente es bien sabido que este es el nombre dado a la administración del corregidor Sebástian, puesto que si bien no siempre ha habido una ocupación física visible, la bella África ha sido usada al antojo del Imperio de Miráes desde hace siglos). ¿Dónde parte la agitación? ¿Qué ha llevado a las nuevas generaciones (los hijos del producto idiota) a escoger un camino diferente al de sus padres? He ahí el punto fuerte del viejo dicho con que iniciamos el artículo: el hastío… pues aun así en un punto deja de haber tontos que aguanten; la indignación, el ver cómo la tierra propia y el pueblo en ella son desangrados por hombres que no responden a mayores intereses que la mezquina codicia, que les niegan el conocimiento, que les niegan justicia, que les niegan la condición de humano que tanto anhelan. Claro está, como los hechos lo demuestran, que si bien esto parte desde los hijos de una generación atrofiada, castrada desde el primer momento, atontada por el miedo, no se ha de atribuir  solamente los inicios de la resistencia a la juventud como grupo único en la “lucha por la dignidad”, pues no he de mentirles, mis queridos lectores, que existen adolescentes amargados hasta el más fondo de su ser y viejos con espíritu tan libre que ni siquiera las palabras pueden encasillarlos. La agitación se ve partir desde el aula, sólo por la concentración de mentes dispuestas a exigir lo que les corresponde por derecho, y cual gotera empiezan a hacerse parte de un charco que se encontraba estancado, charco que crece y crece con cada gota que cae hasta desbordar el pequeño hoyo en que se encontraba, deformándose en una masa incontenible que muta en un arroyo y termina siendo un mar que embiste con fiereza imparable. He ahí el primer hecho, las manifestaciones estudiantiles que empiezan a molestar como una espina en la planta del píe al magnánimo Sebástian. Y, todos lo sabemos, las espinas a pesar de ser pequeñas molestan de sobremanera. Al momento de extraerlas se busca aniquilar a la flor que las produce; así es como ocurre la “masacregogica”, neologismo acuñado por los intelectuales de la resistencia para dar nombre a la matanza masiva de profesores hace un año.
Nuevamente, ya no hay tontos que aguanten eso, y el efecto esperado (el de la subyugación vía terror) no ocurre, si no que enciende más la llama de la revolución. Y a falta de aquellos que perdieron su vida por  hacer su trabajo amado, aparecen otros, vienen de fuera, llegan los insurgentes y honran la memoria de los caídos al poner su vida en la línea para mantener vivo el sueño, en palabras de Sammet: “you can´t kill the dream, and killing the dreamer can’t tear it down”.
Caminar hoy por las calles de la ciudad principal ya no es lo mismo, aquí y allá se puede ver en los muros los afiches y graffitis hechos por las jóvenes manos, las arrugadas manos, las blancas, las negras, las pardas, que valientemente violan los toques de queda y a los ebrios guardias durante la noche para transmitir al resto que el carnaval se acaba. El aire está tenso, es sólo cuestión de tiempo y lo hemos visto hace sólo una semana. Ahora hay líderes que guían sin imponerlo, que inspiran sin pedirlo, y han hecho frente al mal con sus mismas armas. Exactamente hace dos días, los cuerpos de un grupo de guardias nocturnos aparecen clavados a vista de todos, castigados por sus perversiones, y en el pueblo hay felicidad, porque aquello que parecía invencible ya no lo parece tanto, lo intocable ha sido manoseado, lo indestructible ha sido trizado. Ya no hay grandes poderes invencibles, ya no hay más miedo y, sobre todo, ya no hay más tontos.
Rabloz, la gaceta de la resistencia, África, XXX de XXX de XXXX.

Este es uno de los tantos que pudimos incautar- declara el oficial mayor- el resto ya ha sido quemado. Aun así, no dudamos de que queden otros en circulación.
Las caras de los integrantes de la mesa de gobierno palidecen ante la crudeza de las palabras recién leídas. No emiten clase alguna de sonido hasta que el corregidor Lord Sebástian, único mencionado directamente en el artículo, se pone a hablar con esa incontenible verborrea que lo caracteriza.
Difamaciones!- exclama sonriente- eso y nada más. Quienes escriben estas cosas no son más que resentidos, subversivos y separatistas. Anárquicos amantes del caos, pero a ellos responderemos, de manera firme, honesta, eficiente y dura.
Me parece que, mi Lord- agrega el sub corregidor- las ofensas e injurias presentes en este medio han de ser castigadas de manera drástica. Permítame sugerirle una búsqueda exhaustiva e inmediata hasta dar con el paradero de todos los culpables. Debemos exterminarlos de una vez.
Usted tiene razón, Lord Hinz-señala el oficial mayor- si me da la autorización, Corregidor Sebástian, desplegaremos una fuerza de contención tal que no habrá agitador que quede en pié.
Sebástian observa la el rostro de su leal lacayo Hinz, él sólo realiza un gesto de aprobación con la cabeza.
Muy bien, oficial- responde el Corregidor- la autorización es suya. ¿La precisa por escrito?
Qué bromista es usted, mi señor- le dice el oficial- acá todos sabemos que su palabra es ley y nadie ha jamás de contradecirla.
Muy bien dicho- contesta Sebástian- es usted un hombre íntegro, sensato y respetuoso. No hay duda de por qué ostenta su cargo. Ahora retírese, es menester que se ponga a trabajar de inmediato.
Con una reverencia, el Oficial Mayor de la policía Imperial de la Colonia Africana se retira ansioso por llevar a cabo su misión. Es la oportunidad perfecta para mostrar su poder y, por qué no, salir de ese pedazo de tierra lleno de negros mugrientos y volver a la capital. Quizá le aguarde un lujoso puesto en la guardia Imperial. Una oficina amplia, con secretaria personal y concubinas a elección. Esa idea sí que lo tienta.
Una vez retirado el sujeto, una mujer perteneciente a la mesa toma la palabra. Su aspecto es el clásico de la “elite”. Con el pelo amarrado en un moño, dorado el cabello, una nariz erguida al punto de alcanzar un gesto de eterna desaprobación por las maneras del otro.
Mi lord Sebástian- inquiere- ¿está seguro que no sería mejor mandar a algún black-ops a realizar el trabajo?
Eve- responde paternalmente el corregidor- no es necesario un black-ops. No en este punto. Debes entender que la patria nos ama a nosotros. Somos sus líderes, sus representantes. Hacemos todo en pos de su progreso, sólo basta lograr que todos lo comprendan. Yo, en especial, soy como un padre y a cada uno los amo. Eso sí, soy un padre severo al que no le importa tener que diezmar a las ovejas descarriadas y traerlas de vuelta al rebaño; un padre al que no le importa atender a un hijo retrasado. Con el despliegue de fuerzas, podremos convencer a la población de que la ley está de su lado, que actuamos rápidamente contra el “lumpen” por su propia seguridad. Sé que confían en mí, estoy seguro del amor que me profesan, nunca han tenido ellos un equipo de trabajo más brillante que esta mesa de gobierno. Hemos sido designados por el Emperador, autoridad máxima a su vez designada por mandato divino, nadie en este mundo puede cuestionar la voluntad del Señor.
Amén- responden todos los de la mesa al unísono.
Amén-contesta Sebástian- ahora, manos a la obra. Hagan circular a través de todos los medios oficiales, rectos, portadores de verdad y esperanza, que el gobierno no tolerará los actos violentistas que unos pocos llevan a cabo en nombre de muchos que no comparten la idea.
Hermosas palabras, señor- acota Hinz- hagamos entender a estos “hojotudos”* que sus líderes saben lo que es mejor para ellos. Ahora, vamos a comer.
Me alegra mucho, mis estimados colegas- continúa Sebástian- que sean tan firmes, responsables, trabajadores y eficientes al momento de asistirme. Y ya que traes el tema del almuerzo, déjenme invitarlos. Iremos al “Tenedor surrealista”.
Dos jóvenes muchachos de no más de veintidós años caminan tranquilamente por las atiborradas calles de la Capital Africana, ajenos a las maquinaciones de la mesa de gobierno, uno Gordo con una mata de rulos mucho mejor armados que los del petulante
Nobi de kintazult y el otro mucho más flaco, de amables y finas facciones; una pareja
______________________________________________________________________ Hojotudos es el termino con el que la elite se refiere a los habitantes de cualquier pueblo rural o campesino, donde se usen chalas u “hojotas”, que son una humilde y practica forma de calzado para las clases que trabajan en zonas calurosas.
bastante poco parecida, al menos en lo físico. Ambos lucen despreocupados y se mueven lo mejor que les permite el caudal humano que corre por ahí. Cientos de
miles que vuelven de sus trabajos, cansados a más no poder, realizan un último esfuerzo para llegar a casa y encontrar algo de descanso en la morada familiar. 
Esta es la weá más conchetumadre que pusieron estos weones, Chelín. La cagan- dice el gordo- este lugar no solía ser así, ¿sabes?
Claro que lo sé, amigo Sabin- responde al que antes llamasen “Chelín”- recuerda que iniciamos nuestro viaje al mismo tiempo y hemos conocido exactamente el mismo número de personas “as well”. Aún así, siempre me cae en gracia cuando olvidas los detalles, así te dejas caer en esos interminables monólogos dirigidos a una audiencia inexistente. Son bastante entretenidos.
Gracias, culiao- responde con sorna Sabin- pa’ la otra mejor me avisas y me quedo piola.
No te molestes, hombre- responde su amigo- recuerda que acabo de deciros que me entretienen.
Seh, seh, seh- comenta agitado por la caminata el más gordo- en fin, como te decía, el lugar acá antes funcionaba bastante bien. Había carretas y el tipo de trabajo desempeñado permitía a las gentes no laburar muy lejos de sus casas y weá.
Chelín, cuyo nombre es en sí Marcelo Luigias y no “Chelín” o “Chelo”, sólo sonríe mientras su camarada comienza a disparar palabras, olvidando lo que acaba de decirle.
Esta chuchada de sistema de “transporte público”, que de público tiene lo que yo de Brad Pitt -continúa- no es más que una excusa para obligar a los ciudadanos a pagar por algo que antes era gratis y sólo beneficioso para ellos: su trabajo.
Pues así están las cosas, profesor Fígaro- le contesta Marcelo- ¿harás algo para cambiarlo?
Sabin se le queda mirando un segundo para luego comenzar a reír estrepitosamente, arrugando todos los músculos (y grasa) que su cara le permite.

Hace tiempo ya que no me llamaban así- le dice a Marcelo- pero ya debo re acostumbrarme. Los niños en el albergue ya le tomaron costumbre a lo de decirme profe. Aunque “profesor” no está nada mal. Es como con el ‘pelao Xavier, ¿te acuerdas?

No hay forma de que pueda olvidarlo, amigo- responde Marcelo- ese sí era un buen hombre.

Y que lo digas- sentencia el gordo- ¿quién pensaría que iba a terminar de esa forma? Vuelto loco por meterse en la mente de Bardiel ebrio... la weá culia po, weón.
La conversación se ve interrumpida por la llegada de un bus, al cual un tropel enorme de gente intenta subir una vez abiertas las puertas.
Ya weón- indica Sabin a Marcelo- seguimos conversando arriba, ahora, pierde toda consideración que si no llegamos tarde y nos van a pichulear.
Los dos se mueven apenas entre la multitud y logran entrar, quedando aplastados contra el cristal de una puerta bastante chafa.
E..ssto…ooy muy aplastado-comenta Marcelo a duras penas- benditos buses.
Maricones los buses culiaos, querrás decir- responde su amigo- además, la weá puede ser peor, piensa en la gente que tiene mi culo en su cara ahora.
El resto de los pasajeros mira y uno o dos que se encuentran presionados por la humanidad del ruliento asienten silenciosamente.
Aparte-prosigue el gordito- los maricones de verdad son esos weones del gobierno culiao, que siempre están cagandonos más a todos.
El silencio que sigue a los comentarios de Sabin es bastante incomodo, una vez más el muchacho ha hecho uso de su “super poder”, el que consiste en lanzar un comentario inapropiado en el peor de los momentos. La gente está entre muerta de miedo y algo agitada por unos sucesos acontecidos unos días atrás. Se han hecho varias movidas contra los guardias de la ciudad, ninguna lo suficientemente audaz, pero aun son cosa novedosa.
Sabin- le dice el muchacho flaco por lo bajo- no es momento de esos comentarios.
¿No ves que la gente sigue confundida?
El gordo trata de disimular una sonrisa de “la cagué”, muy típica en él, pero sigue disparando.
Pues que dejen de estar confundidos- agrega- mejor tomen el peso a lo que está pasando y caigan en cuenta de que no son los únicos weones chatos de la mierda de organización que tenemos.
O te callai’ o te bajo del bus, comunista de mierda!- grita el chofer desde el volante- para el leseo, pendejo.
La cara del joven aludido se torna de color rojo, invadida por la ira, pero su amigo es rápido en contenerlo y el asunto no pasa a mayores.
El trayecto normal que hacen los muchachos desde el centro hasta los “barrios bajos” les toma generalmente unas tres horas.  Ya cuando han pasado dos, les es posible sentarse. El grupo de personas que se encuentran en el vehículo ya es bastante reducido en comparación al anterior. Ello, aun así, no es excusa para que todos los asientos se encuentren vacíos. Al contrario, no hay uno solo de ellos sin ocupante.  De pronto el bus se detiene, un asunto poco usual, ya que todos los que lo toman a esa hora suelen ser los mismos y las caras son familiares. Nunca hay paradas a medio camino. A pesar de ello, el chofer detiene la máquina y tres extraños sujetos suben sin siquiera detenerse a dar una excusa por no haber pagado el pasaje. Los tipos caminan con paso desafiante, miran feo a todo mundo y este retira la mirada presa del pavor. Los conocen, saben quienes son y lo que pueden llegar a hacer si se les provoca. Se depositan al final del bus mientras encienden sus celulares para, con todo el volumen, dejar sonar unos espantosos intentos de melodía. Sabin y Marcelo ya saben lo que se les viene;  los sopaipas están ahí.
Estos conchesumadres- maldice el gordo- ¿cómo chucha aumentó tanto el número en tan poco tiempo?
Ambos sabemos la respuesta, mi querido Sabin-susurra Marcelo- el gobierno los está trayendo a montones. Así mantendrán a la población atemorizada. A nadie le gusta tener a estos malignos seres del abismo cerca.

Los sopaipas descargan comentarios en su dialecto poco fácil de entender.
Oe, washo ta wa entera e vovi- balbucea uno- se la cantai na washa kea entera ready con el quetejeidi al choque.*
Los tipos, como ya hemos dicho, se encuentran atrás. Lamentablemente, también lo está un pequeño adolescente que, desconcentrado por la música que escuchaba a través de sus audífonos, no se dio cuenta de lo que pasaba. El gran vehículo de transporte hace una parada obligatoria y el chico se ve forzado a tratar de pasar por entre los sopaipas. En el intento, uno de ellos le arrebata el reproductor de música de las manos mientras el otro se aferra a su mochila.
Oye, déjame- reclama el muchacho- esas son mis cosas.
Enchrega toa lah wah, mono cochumare- grita uno de los tipos- paha too no máh, na e wea.
El pobre muchacho trata de resistirse, pero los dos tipos son fuertes a pesar de su mal nutrida contextura. Los ojos del chico se mueven rápidamente de un lado a otro, buscando una mirada amiga que preste auxilio. Nada, el gentío prefiere evitar el riesgo de ser ultrajados por un sopaipa. Son tiempos riesgosos… ¿quién puede realmente culparlos?
Iiiia, loyi kuliao- dice el que parece líder de la banda- mehor eshrega too y te ajai al toke, shushetumare, o te oh a apuñalahte.
Acto seguido el horrible ser extrae una cuchilla desde su bolsillo trasero, mueve la mano amenazante y la pone en la garganta del aterrorizado niño africano.
Tay vio, mono kuliao… mih kushai? Somoh entero vio, loh mah rankiao, uhteeeh son negroh entero feoh sin briyo pal ah beyakaa.
Por… por favor no me mates, no me hagas daño. Son mis cosas, he trabajado por ellas. Necesito mi mochila para ir a la escuela. Por último déjate el reproductor.
Aaaahh, mono kulia pao – agrega otro de los sopaipas-  poh logi te oy a kitahte toa la wah…
El tipejo no alcanza a terminar su frase… una sombra sigilosa se ha puesto a su lado, la cuchilla que hace un segundo se encontraba en el cuello del escolar ahora ha encontrado su lugar en la garganta del sopaipa.
La sangre mana a borbotones y el cuerpo sin vida del sujeto cae regando el piso con la negra sustancia. Así es, la sangre de estas criaturas es negra y corroe lo que toca. El metal de la micro se empieza a carcomer en los sitios donde ha caído.
Apártate, muchacho- indica Marcelo con mirada sombría- ahora ustedes, mal educados, den un paso atrás y devuelvan a este muchacho sus cosas.
Un poco más lejos Sabin mira la escena divertido.
Weón, ¿puedo hacer algo yo? – pregunta a su amigo- digo, pa’ no quedar de paja acá.
Tranquilo- le responde el otro- conmigo basta y sobra.
Marcelo describe un rápido movimiento de sus manos y con sorprendente fuerza arroja a los flaites restantes por la puerta del transporte. Eso sí, estos presas del pánico ya habían devuelto sus cosas al muchacho africano.
Muchas gracias-le dice éste- de no ser por usted no habría podido ir a la escuela mañana, no nos dejan entrar con las cosas en la mano.
Serán weones-grita Sabin desde su asiento- no importa donde y cómo lleves tus weás, lo importante es el conocimiento y las ganas de aprender… puros sacoweas no más administrando las escuelas.
De nada- sostiene Marcelo haciendo caso omiso de su camarada- mejor te bajas ahora muchacho, o puede ser que el bus siga y hayas de caminar mucho más para llegar a destino.
El jovencito baja deshaciéndose en agradecimientos para el flaco Marcelo. Él, a su vez, vuelve al asiento que comparte con Sabin.
Esto es ya el colmo, mi querido amigo- le dice- debemos actuar pronto si no queremos que el gobierno fortalezca más sus filas… creo que con lo visto hoy no queda más remedio que ponernos en movimiento.
Mish- responde el gordo- que ya te hayas hartado tú es cosa seria, weón. Pero me parece que estas cosas no hemos de discutirlas en el bus, recuerda que hay sapos por todos lados.
El trayecto sigue de lo más normal hasta que nuestros amigos deben bajarse. Una vez hecho comienzan a caminar por un trayecto de tierra en medio de la nada. Se encuentran en lo que podríamos llamar “campo-campo”, árboles, algo de pasto, mucha tierra y nada más. Luego de unos quince minutos de caminata (la que siempre disgusta mucho a Sabin) los héroes encuentran su destino… un edificio más o menos grande hecho del material más humilde posible: adobe.
Aaaahhh, hogar dulce hogar- sentencia Sabin- menos mal wn, espero podamos comer y pegarnos una siesta, los weones del bar me maletean trabajando.
Sabin- señala marcelo- no creo que debamos volver a nuestros trabajos mañana.
Vaya- le responde el otro- así que de verdad ibas en serio… “in that sense”, tenemos que decirle a Pollo y al resto apenas podamos.
Eso será ahora, amigo- continúa Marcelo- el momento es propicio, la providencia ha sido generosa con nosotros; mira.
El muchacho extiende un periódico hacia su compañero, el cual lo mira con detenimiento para luego sonreír.
Dura represión contra los insurgentes ideologizados- lee con sorna- mañana discurso del corregidor en la plaza pública para calmar los corazones de su amado pueblo.
Ah que tenemos suerte, ¿no? En todo caso- insiste Marcelo- ello explica el número creciente de sopaipas en la última semana.
Marcelo… mejor haces la llamada… y nada de mencionárselo a los niños.

Los jóvenes hacen su ingreso a la casa para ser recibidos por un tropel de pequeños africanos.
Ehhh, llegaron- grita uno- más lo que se demoraron.
Hay que trabajar pa’ que la casa funcione poh, enanos! – le responde Sabin- dennos cinco minutos y jugamos ps3 un rato, ¿ta’ bien?
Fuck yeah!- responden a coro los niños.
Excellent! Now, vayan a webear a otro lado, jaja.
Los niños ríen sabiendo que el comentario es hecho con cariño.


En un lugar más apartado, un extraño grupo de sujetos lleva a cabo una especie de conclave en uno de los salones del palacio del corregidor.
Todo ha salido de maravilla, Faifus, su excelencia estará más que resguardado mañana en su discurso. No hay forma de que un atentado tenga lugar y, además, nos encargaremos de dar una presentación de lujo a los lugareños. Así nadie se meterá con nosotros… te amo tanto.
Sé que me amas, Pidgeon- responde el tal Faifus- confío, cachai? En que todo saldrá bien, soy lo suficientemente pulento y cool como para que no salga mal.
Sí que lo eres- le responde la mujer- eres lo máximo, lo mejor que he visto.
Ya cállense ambos!
El fuerte grito proviene desde un rincón, quien lo prolifera es un sujeto vestido estrafalariamente. Se puede ver todo cortado, lleno de cicatrices, muchas cadenas pasan por sus bolsillos y tremendas púas de metal negro adornan sus hombros y muñecas.
Su comportamiento social- señala- me repugna. Son tan de la sociedad que me dan ganas de eliminarlos… aarrrghh, sociedad maldita te odio. SOCIEDAD, SOCIEDAD, SOCIEDAD!
Calma el arranque, perro- sentencia Faifus arreglándose un intento de cola de caballo grasienta- no ves que enturbias el ambiente, viejo? O sea, no eres tan cool como yo, y me bajas el rating actuando así.
Qué mala vibra, Folckriss- agrega la muchacha llamada Pidgeon- cuando todo nos está saliendo tan lindo, sobre todo a mí.
Ah sí?- inquiere Folckriss- por qué todo tan lindo? La lindura y esas weás son cosas de la sociedad, no me interesan. Lo único que me importa es la chance que tengo para crear caos, caos, caoooooos!
Los tipos no pueden seguir discutiendo, la puerta se abre y otra pareja hace ingreso.

Aaah, mis compañeros- señala sardónica otra mujer- todos juntos en el encantador continente africano. Esto y la arena en mis vestidos de diseñador sin duda hacen de mi velada algo mágico.
Pero weónn- apunta su acompañante- dijishte que la arena no te gustaba, wuuuuuu.
León… Yess- dice Folckriss- dos espinas más en mi angustiado corazón anti social. Podrían haber mandado un perrito por último.
Con los cinco personajes juntos ya tenemos una escena mejor formada.
Yess mira a sus compañeros y comienza una especie de discurso:
Bajo y gordo, con el pelo liso y los rasgos achinados, Faifus lengua tranfu, el diplomático estratega. Delgada, con todas sus partes muy finas, una armadura reveladora y botas de mithrill, Pidgeon bipolaris, las piernas definitivas. Tu porte y gallardía caóticas, Folckriss, la entropía hecha carne. Tez morena, despreciable pero útil, porte bajo, todo un rotoso… León, maquinador y torturador… el hombre más rico en recursos. Y yo… Yess Twin, la seductora de la oscuridad, aquélla con que tu corazón sueña y por la que desesperas; la hechicera del hades. Al fin! Los cinco cuaticos juntos en África, aunque sólo por un tiempo.

No sé por qué te gustan tanto este tipo de presentaciones al aire- vocifera folkcriss- no hay necesidad de introducirnos, nos conocemos muy bien… además no hay audiencia, sólo estamos los cinco. Esto no es una película, sabes? WEÁS SOCIALES INÚTILES! Mejor dínos cómo van las cosas para el plan maestro. Supongo que vienes de allá.
Sí, cuéntanos, porfi- agrega pidgeon.
Pero weóoon, tranquilos- responde León- laz cozaz a zu tiempo, wuuuuu.
Ya poh, zorrón- se mete Faifus- cuenta la cosa poh, perrín.
Ok, esos menesteres son los que quería tratar acá-señala Yess- dado que, por el bien mismo del plan- no estaré mañana presente en el discurso de Sebastian. Aunque sé que ustedes no tienen necesidad de mí para encargarse de un manojo de terroristas comunachos anti imperio.
Qué bueno que lo mencionas, niñata malcriada- apunta Folckriss- dicen que entre esos terroristas hay un ninja… y otro que hace de las suyas con una gran “F” pintada en su chaqueta. No será que escuchó los rumores y se va por eso, señorita Twin?
Yess Twin escucha atenta las palabras de Folckriss; su rostro que generalmente guarda la compostura parece luchar por mostrar alguna mueca de odio. Aún así esto no ocurre, la mujer recupera su temple y se hiergue en todo su porte.
Bah,- comienza- los rumores se los dejamos a las viejas comadronas, sabes que no huyo nunca… de nada.  Simplemente mi presencia es requerida en otro lugar, he de hacer contactos para el plan… mira lo que mis movimientos han conseguido.
Yess se acerca a una mesa y deposita una hoja con un mapa en ella. El resto se acerca y se reúnen en torno a la dichosa hoja para mirar mejor… se mantienen en silencio por unos segundos hasta que éste es roto por Pidgeon.
Yess… esto es brillante. El detalle de esto, podemos romper los cristales, seríamos indetectables. Ni la magia del de los lentes podrá con nosotros… aaaaayyyy!
No hay necesidad de resaltar ello- contesta Yess- nuestro espía está logrando un trabajo maravilloso.
Caos, caos… o sí, hermoso caos, ni sabrán lo que los golpeó, uajajaa.
Señores… el más grande golpe que jamás se haya dado a aquél despreciable lugar será perpetrado por nosotros, los cinco cuaticos, el caballo de batalla del imperio- anuncia Yess pomposamente- pasaremos a la historia como quienes permitieron la unificación del mundo bajo el admirable gobierno del hermoso Caezar.
Loco, esto es bacán, perro- argumenta Faifus- ahora sí que la hicimos. Qué pena no tenerte con nosotros mañana, te merecías una quema de hippies terroristas, nos la pasaremos como si estuviéramos en K-masú, sí.

Prefiero guardar mi sed de sangre para el final, faifus- responde Yess- lo que quemaremos en unos meses será mucho mejor que lo que ustedes tendrán por festín mañana. Una vez logre mi cometido, nadaremos en la roja marea del liquido vital de los sucios! Pero aún falta tiempo…




Volvemos a la pequeña morada de adobe en las afueras de la capital Africana.  Sabin y Marcelo se encuentran acompañados de dos personajes que ya hemos conocido anteriormente.

Me dices entonces, pollo- señala Sabin- que está todo, pero todo todo todo todo toooodo listo y la conchetumare?
 Pollo mira a su amigo por unos segundos con cara de loco y responde: ahora o nunca, goordito.
Marcelo asiente con la cabeza y una pequeña sonrisa se puede ver dibujada en sus labios casi de niña.
Well… if everything’s set up- agrega el gordo- me parece que se armó. Aún así, alguien debe quedarse con los niños.
Sabin- agrega otro muchacho que viste toga- de eso ya nos hemos ocupado, te digo que esperábamos una oportunidad y esta es la mejor.
Ok, Pablito- responde Sabin- mientras los niños estén a salvo.
Pareces pedófilo, Alfonsito- interrumpe Pollo con la cara aún más desquiciada.
No me digay “Alfonsito”, taldo reconchetumadre- responde enojado Sabin.
Aaaay, yep! Nunca más, gaaajajajjaa.
Sabin recupera la calma y pasa por alto el asunto.
Amigos míos, mañana damos el todo por el todo- comienza el muchacho en uno de sus clásicos discursos exagerados y raramente tomados en cuenta por el resto- el climax de nuestra lucha de años, de subterfugio, esa guerrilla casi mezquina… TODO! Se decide mañana… “VRYHEID VIR AFRIKA”!* “VRYHEID OM DIE WERELD”*!!


La tarde africana está diferente, sujetos ataviados de pesadas armaduras patrullan la ciudad en números nunca antes vistos. Son miles y miles de soldados imperiales enviados directamente por orden de Caezar mismo para vigilar el discurso del corregidor y, de paso, contener la amenaza rebelde de una vez por todas.
La plaza pública se encuentra llena de gente, se ha dispuesto un palco muy engalanado donde las figuras del gobierno se encuentran sentadas. Están claramente asqueadas de la muchedumbre pero lo disimulan bajo cínicas sonrisas.
Un heraldo sube una pequeña escalinata conducente a un podio de oro, una vez allá, se aclara la garganta y anuncia a la multitud:
Lord corregidor Sebástian Piñurra Echeñikus, primero de su nombre, se dirige al estrado para comunicar noticias de bien a sus súbditos.
En ese momento, la figura del corregidor se hace presente. Camina con paso lento y una sonrisa idiota le cruza el rostro. La gente lo odia, pero más lo teme y por tanto se abstiene de abuchear.
En esa misma multitud se encuentran tres personajes encapuchados. La gente los mira con cuidado y no paran de preguntarse como alguien con capucha fue capaz de pasar la vigilancia férrea. Dudan de que sean rebeldes, nadie sería tan obvio de acudir encapuchado para causar agitación a una presentación del gobierno en público y, de paso, robarse una clásica escena cliché digna del Robin Hood de kevin Costner. Nadie en el planeta sería tan tonto.

Mis amados hijos- senténcia Sebástian dando inicio a su discurso- es un honor, un privilegio, una maravillosa experiencia, estar aquí entre ustedes. De manera responsable, solida, firme y comprometida, he decidido realizar la cuenta anual de mi gobierno acá, para mostrar a todos que no hay nada que temer. Sé que muchos de ustedes se encuentran preocupadísimos por los hechos que han estado aconteciendo, hechos que han sido perpetrados por una minoría que no busca más que le caos y el daño para con los suyos. Déjenme  decirles que mi gobierno no tolerará el abuso ni el comportamiento impropio…

Linda la weá, conchetumare!
El mundo parece detenerse para todos los presentes, las miradas de la multitud se centran en las ahora dos figuras encapuchadas. Una de ellas ha atacado verbalmente al corregidor en su propia cara. Antes de que este pueda replicar algo, una rápida sombra se cierne tras él mientras un kunai se deposita en su garganta, amenazano don cortarla en cualquier momento.
Los soldados se empiezan a movilizar rápidamente hacia la escena.
Sabes, viejo de mierda- dice uno de los encapuchados- mi amigo allá hace mucho rato que tiene ganas de hacerte callar para siempre. Creo que el paraíso se daría lugar en esta tierra si weones como vos no existieran más. Hablas de no tolerar abusos ni comportamientos impropios. Pues bien, qué me dices de los muertos? Qué dices de las niñas y niños violados? Qué hay de los abuelos masacrados y las familias destrozadas?
Africa, la pachanga se acaba ahora, para siempre… no más!
Un grupo de cuatro corpulentos soldados que se encontraban más cerca han desenvainado sus espadas y con gran velocidad apuntan a mitad de carrera contra la cabeza bajo la capucha. Antes de que puedan llegar, cuatro rayos caen del cielo completamente despejado. Encuentran su lugar en las brillantes armaduras y los tuestan ipso facto.
Rufianes- brama el corregidor- no vengan a mí con discursos de decencia. Mostrad la cara, cobardes! Quienes son!
El encapuchado retira sus vestimentas y deja su rostro y cuerpo expuestos. Con lentes a lo Ozzy Osbourne cubriendo los ojos, el cabello lleno de rulos, abundante la panza y con una gran “F” tinta en rojo sobre la espalda de su chaqueta, Sabin “Gotilla” Fígaro se muestra ante su adversario. Lo mismo hace el otro encapuchado. Con los brazos descubiertos mostrando la musculatura,  una prominente nariz, barba de candado y la insignia de “Metallica” cruzándole el pecho, Pollo está ahí.

Jah, que quienes somos- grita fígaro- somos la voz del pueblo al que tú llamas hijo, somos la espina en el zapato de los hijos de puta; somos la cumbia, somos la fiesta… BITCHES!!! PARTY IS HERE!!!!!